01 agosto 2009

Comunicado Mesa de la Unidad Democrática ante el cierre de 34 emisoras



Lo que ha ocurrido hoy en Venezuela es de suma gravedad. Es imposible ser indiferente. Es inaceptable callar. Nuestro derecho a la esperanza tenemos que defenderlo. La Mesa de la Unidad Democrática asume la responsabilidad de dirigirse a todos los venezolanos, porque es imprescindible que cada uno de nosotros comprenda cabalmente lo que está pasando.

Por orden del Presidente de la República, ejecutada por organismos públicos obedientes de su voluntad y no de la Constitución y las leyes, fueron cerradas las primeras 34 emisoras de radio que el gobierno quiere tomar, dominar o silenciar. Centenares de técnicos, operadores, productores, locutores, periodistas, gerentes, empleados administrativos y obreros quedan sin trabajo. A numerosos empresarios venezolanos les es arrebatado el fruto de su esfuerzo. Y lo que es más grave, centenares de miles de hombres y mujeres de nuestro país se quedan sin la programación que escuchaban por su libre decisión. Hoy, se ha dado un golpe al derecho que todos los venezolanos, sin excepción, tenemos a saber lo que pasa y a dar a conocer lo que nos pasa.

La radio es el medio popular por excelencia, el que recibe y difunde las noticias y los reclamos de la gente más humilde, el que transmite las denuncias de los barrios y de los campos, el más accesible al anuncio del negocio pequeño y mediano de cualquier ciudad o pueblo del país, el que con la noticia y el entretenimiento nos acompaña a toda hora.
Al agredir a la radio se agrede a todos los venezolanos.

El gobierno tiene miedo. Cree el gobierno que con emisoras de radio, televisoras y periódicos que repitan la música y la letra de su disco rayado, como el triste coro de los medios oficiales, los venezolanos nos convenceremos de que los problemas no existen. De que la inseguridad es una sensación pero no una realidad. De que la comida se consigue en todas partes y a bajos precios. De que hay viviendas para todos. De que no hay de qué preocuparse con el empleo. De que no hay crisis hospitalaria, ni corrupción, ni vínculos oscuros con la narcoguerrilla, ni regalos para comprar amistades en el exterior. Así le habrán contado sus camaradas y adulantes que es en Cuba, Ciudadano Presidente y lo es solo al precio de una enorme represión y un terrible empobrecimiento de ese querido pueblo hermano. Pero no se equivoque. Esta es Venezuela y aquí no es así.

Sería muy fácil Ciudadano Presidente, pero callar las radios no es la solución. El hampa seguirá robando y matando y los venezolanos que han muerto asesinados por la violencia no van a revivir. Los precios seguirán subiendo y los productos seguirán escaseando. Los problemas de los trabajadores y el descontento que cunde entre ellos se agravarán más. Y todo esto, Señor Presidente, lo sufrimos quienes no votaron por usted, pero también quienes votaron por usted.
Este manotazo a las radioemisoras forma parte de la ofensiva de un gobierno fracasado que busca excusas para su incompetencia, de un gobierno asustado que quiere meter miedo, de un gobierno débil que finge fuerza para que la sociedad se resigne y se rinda. En la misma embestida antidemocrática están los atentados contra el derecho a elegir, mediante la Ley de Procesos Electorales. Contra el derecho a la propiedad con la Ley de Propiedad Social. Contra el derecho a que nuestros hijos reciban una educación de calidad con la Ley de Educación. Y contra el derecho a expresarse y a informar y estar informado con la Ley fascista de Delitos Mediáticos. Pero que sepa el gobierno: no hay otra causa de su fracaso que sus errores, sus improvisaciones y su arbitrariedad.

Que no le tenemos miedo.
Y que a lo mejor lo ha olvidado de tanto estar metiendo las manos y la plata en el exterior, pero esta es Venezuela, un país donde nadie se resigna. Un país donde no se rinde nadie.
Aquí no se rinde nadie.

Hoy, por este abuso contra las radios, somos menos libres, pero defenderemos nuestra libertad. Defenderemos la libertad que nos queda, recuperaremos la libertad perdida y construiremos juntos un mañana libre y justo para todos. Lo haremos con todo vigor, con todo civismo y en toda la geografía nacional.

No mendigaremos, ni avisaremos, ni pediremos permiso. Ejerceremos cada derecho que tenemos y que además, la Constitución nos reconoce. Sépanlo.
Los equipos de trabajo de la Mesa de la Unidad Democrática, y las mesas regionales, se han activado ya y seguirán movilizados, junto a la sociedad civil, por todos los medios que nos garantiza la Constitución.

No nos expropiarán la esperanza.
Con la serena firmeza de los demócratas, exigimos respeto para este bravo pueblo, el bravo pueblo del Himno Nacional de cuya paciencia y vocación pacífica el Presidente y su gobierno han abusado. Y levantamos la bandera tricolor de sus derechos a la libertad, a la paz y a la prosperidad.

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