29 diciembre 2009

A veces, los muertos hablan a través de quienes los escuchamos en vida

Yon Goicoechea // El error de Caldera

A finales de 2007, el Presidente Caldera me concedió una extraordinaria entrevista, que no olvidaré. Este artículo, lo escribo en su memoria y en defensa de la historia.

Rafael Caldera fue uno de los hombres más influyentes de la historia venezolana del siglo XX. Fue cofundador de la democracia, fundador de Copei, diputado, senador, presidente y, por si fuera poco, el mejor jurista laboral del siglo XX venezolano, sociólogo y académico.

Como todos en la vida, también cometió errores. Algunos muy graves, como la división de Copei o el sobreseimiento de Chávez. Pero esos errores deben interpretarse y criticarse en su justa dimensión. No pueden servir de conducto para extirpar las culpas de los muchos venezolanos que apoyaron y apoyan al actual Presidente y que, convenientemente, apuntan a la tumba de Caldera. Recomiendo altamente leer la separata escrita por Juan José Caldera, contenida en el último libro de su padre: "De Carabobo a Punto Fijo" (también muy recomendable).

Allí encontrarán con precisión académica, las citas de notables opositores al actual gobierno, que apoyaron y presionaron por la liberación de Chávez. Sin contar, a quienes votaron y votan por él.

A veces, los muertos hablan a través de quienes los escuchamos en vida. Por ello, les comento, tuve la oportunidad de preguntarle a Caldera, el motivo por el cual indultó a Chávez. Respondió: "eso me permitió gobernar cinco años, con el petróleo a menos de 10 dólares y sin un muerto, sin un preso político. Él no podría hacerlo ni dos semanas (&) En mis manos no se perdió la democracia". Podemos no estar conformes con su justificación, pero la consigno para mi generación.

Finalmente, quisiera insistir en mi preocupación por la simplicidad con la que se libran algunos de la responsabilidad de lo que estamos viviendo. Si no asumimos nuestros errores colectivos no avanzaremos. Debemos ser más rigurosos con la historia o estaremos condenados, por siempre, a tirar la piedra y esconder la mano.

http://opinion.eluniversal.com/2009/12/29/opi_art_el-error--de-caldera_1695524.shtml

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