17 agosto 2009
La Alianza Perfecta - Carlos Gulliermo Arocha
La alianza perfecta
Carlos Guillermo Arocha
Últimas Noticias, 18
Cuando se tiene un poder cuasi hegemónico y se comienza a perder legitimidad y espacios políticos, se dispara la paranoia.
Eso lo estamos viendo. La nueva Ley Orgánica de Procesos Electorales, entre otras medidas, no es sino la reacción desesperada de los nacionalsocialistas que hoy gobiernan Venezuela.
Todas las encuestas recientes reflejan una drástica caída en la popularidad del presidente Hugo Chávez, no sólo como consecuencia del desgaste de 10 años de promesas incumplidas, sino fundamentalmente por las medidas radicales de corte castrista y del agotamiento que producen unos gobernantes que, lejos de solventar problemas, los crean y, en lugar de buscar la paz social, generan conflicto permanente.
El Gobierno sabe que, si las elecciones fueran hoy, perdería la mayoría en la Asamblea Nacional. Por eso mandó a sus diputados a aprobar esa ley que distorsiona resultados, irrespeta proporcionalidades políticas y fabrica mayorías infladas ante leves diferencias de votación. Parte de la estrategia oficialista supone que los sectores democráticos serán incapaces de entenderse o, en el mejor de los casos, concibe maquiavélicamente que la necesaria unidad se logrará debilitando a los partidos.
Esta última trampa parece que ha calado entre algunos sectores opositores. Los mismos "estrategas" del retiro parlamentario y de la abstención ahora apuestan por una tal "unidad verdadera" que pasaría por poner a un lado a los partidos políticos, sustituyéndolos por una supuestamente imbatible "tarjeta única" que actuaría como la tabla de salvación nacional.
Nada más equivocado. Los partidos políticos son indispensables para que las democracias funcionen, a pesar de la satanización a la que vienen siendo sometidos en los últimos 20 años, que trajo como resultado por cierto el surgimiento de este fenómeno caudillista, militarista y marxista. Sólo la organización y el compromiso democrático de partidos serios y fuertes son la esperanza de la democracia venezolana. El mejor ejemplo fue el caso chileno.
No podemos como sociedad seguir buscando mesías e iluminados. Hay que apostar a la unidad, pero preservando las pocas instituciones que nos quedan. La unidad inteligente es posible por una vía muy sencilla: la Alianza Perfecta, un acuerdo que postule candidatos unitarios en todos y cada uno de los cargos a elegir; incluidos diputados, concejales y miembros de juntas parroquiales, pero donde la gente pueda escoger votar por ellos desde la tarjeta del partido de su preferencia y no por una vía circunstancial que sólo serviría para debilitar e ilegalizar las organizaciones políticas que tienen existencia verdadera, para satisfacción del caudillo gobernante.
A este gobierno autoritario se le puede vencer con votos. Hasta es posible que su ley electoral se le revierta y produzca una amplia mayoría al sector democrático del país, pero no nos metamos otro autogol en el camino. (Últimas Noticias)
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