El modelo petrolero actual es igual al fracasado modelo de los años 70. La idea en ese entonces era la misma de ahora: se buscaba exprimir la mayor cantidad de dinero posible lo más rápido posible, y no preocuparse por el futuro. Los políticos de antes, como los de ahora, se limitaban a agarrar el lomito del negocio petrolero, y el pueblo recibía lo que sobraba. De continuar esto así nunca progresaremos.
El gobierno actual y los anteriores tuvieron el poder de administrar y hacer crecer el negocio del petróleo para nuestro bien y el de nuestros hijos.
La plata del petróleo debe servir para el desarrollo de actividades productivas no petroleras.
Para elaborar estas propuestas vale la pena preguntarnos, ¿de quién son los recursos energéticos en Venezuela?
Los venezolanos hemos crecido con el mito de que el petróleo es de todos, pero la realidad es que el petróleo es y ha sido siempre del gobierno. Desde Juan Vicente Gómez hasta Hugo Chávez, el petróleo ha servido para beneficiar a los que están arriba.
Nosotros estamos del lado de los venezolanos que reclaman su derecho sobre los recursos petroleros, derecho por demás consagrado en nuestra Constitución. La verdadera justicia sólo se logrará cuando cada hombre, mujer y niño venezolano obtenga de las rentas petroleras lo que realmente le corresponde.
Según varios expertos, en 2007 Venezuela exporta entre 800.000 y 1.000.000 de barriles diarios de petróleo menos que en 1998 bajo la excusa no fundamentada de que esa disminución ayuda a tener precios altos. A los precios del 2007, esto representa decenas de miles de millones de dólares, una suma astronómica considerando las múltiples necesidades de la población. Este es otro regalo más que le estamos haciendo a otros países, porque lo que hemos dejado de producir nosotros lo compensan otros países -incluyendo nuestros competidores en la OPEP- aumentando su producción.
Mientras tanto, cientos de pueblos y ciudades del interior del país que tienen energía eléctrica deficiente, a veces hasta inexistente. En los últimos años los apagones en nuestras ciudades se han hecho más y más frecuentes.
Mientras nuestro pueblo no tiene la energía para poder crecer y generar más empleo y seguridad, Venezuela exporta -y a veces hasta regala- su energía a los extranjeros. "Luz para la calle, oscuridad para la casa", dice el dicho, y en el caso de la política energética, es literalmente así.
julioaborges@gmail.com
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